
En mi viaje con la artritis reumatoide (AR), descubrí que la sanación va más allá del cuerpo físico. La conexión con mi espiritualidad y mi fuerza interior se convirtió en el pilar fundamental de mi recuperación y autoconocimiento.
Aceptar mi condición no fue fácil, pero me permitió comprender que existe una dimensión más profunda que el dolor. Superar el miedo y la inseguridad me abrió las puertas a una mayor comprensión de mí misma y del mundo que me rodea.
No se trata de luchar contra la AR, sino de aceptarla. La aceptación trae consigo un sentimiento de perdón y la posibilidad de avanzar, aprendiendo a vivir en armonía con la enfermedad. El equilibrio se encuentra en el amor propio, la gratitud y la voluntad de vivir plenamente, a pesar de las limitaciones físicas.
La meditación diaria, aunque solo sean 15 minutos, se convirtió en una herramienta esencial para calmar la mente y conectar con mi esencia. Este espacio de silencio y reflexión me permite recargar energías y encontrar la paz interior.
¿Cómo conectas tú con tu espiritualidad? ¿Qué prácticas te ayudan a encontrar la paz interior en medio del dolor? ¡Comparte tus experiencias en los comentarios!